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Los tres pasos hacia la paz interior

  • Foto del escritor: Marcos
    Marcos
  • 10 mar 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 18 ago


Libertad

La verdadera Paz proviene del corazón y de su expresión. Cuando dejamos que el Amor nos posea por completo, nuestra mente se relaja, el gozo nos inunda y somos capaces de expresar belleza en todos nuestros actos. Entonces, nuestras palabras sanan y nuestros pensamientos amorosos bendicen. Inspiramos y nutrimos al mundo solo con nuestra presencia.


No se requiere ningún proceso especial para experimentar lo anterior, solo darle el control al Amor en lugar de a la mente egoica. No obstante, dividiremos esta experiencia en tres puntos diferentes para comprenderla mejor, aunque con la experiencia estos tres puntos sucederán simultáneamente:

  1. Calmar la mente: para, observa, atestigua.

  2. Abrir el corazón: permite, acepta, confía.

  3. Extender y aprender: expresa, comparte, edifica.


Paso 1: calmar la mente

El primer paso hacia la Paz es reducir el parloteo incesante de la mente. Es un paso que no requiere de esfuerzo, pues se da automáticamente en la misma medida en que aprendes a abrir el corazón (segundo paso) y a anclarte en él. ¿Recuerdas alguna ocasión en la que disfrutaste tanto una actividad que no tuviste ninguna preocupación, inquietud o parloteo mental? Cuando gozamos de verdad, pasamos a morar de la mente al corazón, por lo que no tiene ningún sentido esforzarnos en acallar la mente. De hecho, esto sería contraproducente, pues cuanto más luchamos contra ella, más nos atrapa.


La mayor parte de nuestros pensamientos tienen el poder de separarnos de la Paz. Cuando piensas, reafirmas tu existencia individual, diferente, especial y separada de los demás, y te condenas a separarte también del Amor y de la Paz. No obstante...

...la verdadera Paz solo se encuentra en la unión con todos y con Todo, y no en la diferenciación, separación, especialismo, individualidad, etc.

Para ser realmente felices, debemos abandonar la mente como nuestra residencia habitual y anclarnos en el corazón. Seguiremos teniendo una mente, pero ahora será una herramienta práctica al servicio del corazón, que nos permitirá llevar a cabo las acciones amorosas que necesiten de expresión. A medida que vivimos en el corazón, el ego mengua y se convierte en un ego funcional con el único objetivo de extender el Amor en el mundo.


La voluntad de abrir el corazón tiene suficiente poder para acallar la mente, pero a menudo sucede que el parloteo mental es tan grande, que olvidamos por completo centrarnos en el corazón. Es por ello que conviene practicar la calma mental de forma consciente en todas las actividades cotidianas. Para ello servirá la meditación o el Mindfulness. Esto nos ayudará a conectar con el corazón más fácilmente y de forma más frecuente. Puedes leer más aquí.



Paso 2: abrir el corazón

Niños jugando

Abrimos el corazón cada vez que decidimos no dejarnos llevar por el miedo, cada vez que decidimos no preocuparnos, cada vez que escogemos ser amables con el otro en lugar de imponerle nuestras ideas.


Abrimos el corazón cuando disfrutamos del momento presente, cuando bailamos una canción que nos gusta, cuando observamos un paisaje hermoso desde la cima de una montaña, cuando cuidamos con gusto de aquello que nos importa.

Abrimos el corazón cuando escogemos amar y confiar por encima de todo, independientemente de lo que perciban nuestros ojos y de lo que nos grite nuestro atemorizado ego.

Es la decisión más sabia que podemos tomar y, aunque a veces nos resulta complicado sentir este gozo en nuestro interior, podemos aprender a inspirarnos este Amor a nosotros mismos a través de algo tan sencillo como la oración.


No siempre se dan las circunstancias externas idóneas que nos inspiran el bienestar interior (estar en la naturaleza, en un lugar tranquilo, escuchar música agradable), pero la oración o la meditación son herramientas que siempre van con nosotros.

Orar no es pedir por lo concreto, reforzando así un sentimiento de carencia, sino entonar un canto interno de confianza y de aceptación incondicional.

En caso de pedir, pedimos ver aquello que ya tenemos. Pedimos ver las cosas a través de ojos amorosos y no a través de un ego que se cree carente.


Puedes crear tu propia oración usando palabras que te inspiren a confiar en la vida y a darte a los demás, o aquellas que te recuerden que siempre eres guiado y que todo cuanto ocurre es siempre para tu beneficio. Una oración que me encanta es la que tradicionalmente se le atribuye a San Francisco de Asís:

Oración San Francisco de Asís

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar, ser comprendido, sino comprender, ser amado, sino amar. Porque es dando como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando como se es perdonado, y es muriendo (el ego) como se resucita a la vida eterna. Amén.


Antes de orar, aquiétate y escoge la calma (paso 1). Para ello, puedes incorporar algún elemento «ritual» que te ayude a centrarte en el proceso, como un incienso, una vela o una música agradable.

No ores o medites para buscar paz, sino para «dejarte en paz» a ti mismo, ya que toda búsqueda te atrapa en la mente.

Paso 3: extender y aprender

Puedes aprender a calmar la mente y a sentir Amor en cualquier situación, pero si no compartes los frutos de esta experiencia, se quedará solo en eso: en una experiencia.

Dones, talentos, vocación

Para anclarte en el Amor y hacer de él tu morada, has de compartir y expresar. Cuando compartes desde este Amor, lo extiendes a otros, y cuando lo extiendes, te anclas más en él. Es dando cómo se recibe, y es solo mostrando este Amor a los demás como tú aprendes de él. Cada persona tiene algo diferente que ofrecer desde este Amor: unos pueden dedicarse al arte, otros a las terapias, otros a la enseñanza, etc. Pero no te lo guardes para ti. Permite que se exprese en la forma que sientas.


Quizás sientas que ha llegado la hora de dejar un trabajo o una relación, o puede que algo te impulse a emprender un nuevo proyecto. Sea lo que sea aquello que pide expresión a través de ti, dale las herramientas que necesita para ello. Préstale tu inteligencia y tus manos, y deja que edifique un mundo amoroso y pacífico.


Muchas personas se atascan en este paso por miedo al qué dirán, por miedo a una posible inestabilidad económica o simplemente por vergüenza. Y es que cuando escogemos escuchar los anhelos del corazón, el ego teme tanto por su vida, que nos infunde un miedo que puede ser realmente paralizante. Es parte del proceso de aprender a confiar.

Sencillamente observa el miedo, permítelo, confía y vuelve a escuchar el mensaje de tu corazón.

El miedo te indica dónde está tu transformación

Los cambios radicales que propone el Amor dan miedo. Implican ser una persona nueva. Algo en nosotros ha de morir. ¿Quién seré después? ¿Cómo será mi vida? ¿Qué pensarán de mí? Así que quiero que sepas que si sientes miedo ante un cambio concreto, ahí hay algo grande esperándote. Sientes miedo porque el ego sabe que ahí se esconde una gran transformación. Donde sientes miedo, ahí es. Pero no es un miedo normal, es un miedo que te atrae. De alguna forma sabes que tarde o temprano habrás de enfrentarte a ello. Te llama. Y sabes que lo que hay detrás de ese miedo es lo único que te daría auténtica plenitud.


Y estos son los tres pasos hacia la paz interior. Medita, calma la mente, acepta tu alrededor, confía en la vida y haz lo que te pide el corazón


 
 
 

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