Atención plena o Mindfulness

El estado de Presencia o de Atención Plena es lo que en las últimas décadas se ha popularizado bajo el término anglosajón Mindfulness. Es un estado en el estamos plenamente presentes en la actividad que llevamos a cabo, con toda nuestra atención puesta en ella y no en ninguna otra cosa. Es la sensación de tranquilidad mental que experimentamos cuando nos metemos tanto en una actividad que nos olvidamos del tiempo.

En la Presencia o Mindfulness no pensamos en los problemas de ayer, en los posibles problemas futuros, en preocupaciones del día a día, en las ganas que tenemos de terminar la tarea, en lo que tenemos que hacer, etc., simplemente estamos donde estamos, haciendo lo que estamos haciendo con toda nuestra atención, de ahí que también se le llame Atención Plena.

Lo particular de este estado es que en él se reduce muchísimo la actividad mental, pues los pocos pensamientos que surgen están relacionados con el desarrollo de la actividad que estemos llevando a cabo. De alguna manera, el hacedor, la acción y lo hecho se funden y se pierden los límites. Este descanso mental es lo que buscamos en nuestras aficiones favoritas, aquellas que nos ayudan a desconectar: leer, bailar, ir al gimnasio, pintar, hacer yoga, etc.

Una tarea puede ser cargante y carente de placer si lo único que queremos es finalizarla, pues nuestra mente estaría proyectada en el futuro, pero si ponemos toda nuestra atención en el presente, en el desarrollo de la actividad, sin pensar en su finalización, la misma tarea puede convertirse en una afición. ¿Cuántas veces has hecho tareas domésticas sin ganas, deseando terminarlas, cuando otras veces has sido capaz incluso de disfrutarlas mientras te olvidas del mundo? ¿Cuántas veces te has duchado con prisa, como un mero trámite, cuando otras veces has disfrutado de ese momento de descanso como una bendición en medio del caos diario? La única diferencia es tu actitud.

La Atención Plena es una decisión en cada una de tus actividades y comienza en el momento en que decides entregarte al presente como único momento existente.

Aprender a vivir en Presencia es el primer paso para experimentar la paz, pues si dejamos de preocuparnos, de analizarlo todo, de quejarnos interiormente, etc., nuestra mente estará en calma, lo cual es un requisito indispensable para sentir nuestra conexión con el corazón.

Hacer las cosas con amor

Y puedes pensar ¿no es difícil permanecer constantemente en el momento presente sin que la cabeza se nos vaya? Pues sí, al principio claro que lo es, ya que no hacer caso a la mente tras años de constante actividad es como parar el motor de un coche a 120 km/h y pretender que este frene en seco. Asimismo, el hábito de la mente nos sacará una y otra vez del presente, hasta que se acostumbre con el tiempo a permanecer en el ahora. Es un entrenamiento mental dirigido por tu propia voluntad.

Un «truco» para anclarnos en el presente es hacer las cosas con amor, con cuidado y sin tener en cuenta el concepto del tiempo. Para ello es necesario que te acostumbres a hacer tus actividades antes de la hora habitual, de forma que puedas permitirte hacerlas sin prisas, sin mirar el reloj y entregándote a ellas.

Haz tus actividades personales como las harías para complacer a alguien amado. Acostúmbrate a ducharte tranquilamente, sin pensar en lo que viene después. Camina con lentitud por tu casa, sin prisas por llegar antes a una habitación. Deja de conducir pensando en mil cosas, y disfruta de la música o de estar plenamente presente, conduciendo con cuidado y atención.

Trata tus actividades cotidianas como rituales de bienestar.

• Pon música agradable mientras cocinas con cariño y con tiempo.

• Despiértate antes para hacerte el desayuno con calma y originalidad, y sin agobios por la hora.

• Cepíllate los dientes con tu mente enfocada únicamente en hacerlo de forma eficiente.

• Sal antes de casa para que puedas disfrutar de la conducción o del trayecto, sabiendo que llegarás a tiempo.

• Limpia tu casa con una música que te dé alegría y no tengas prisa por terminar rápido.

La prisa es uno de los mayores enemigos de la Presencia, pues nos saca del presente para llevarnos a un supuesto futuro en el que la actividad ya está terminada.

Viviendo en el monasterio

Si vivieras en un apartado monasterio en la montaña, rodeado de naturaleza y de quietud, y supieras que esa va a ser tu vida para siempre, ¿tendrías alguna prisa por algo, sabiendo que mañana tu día será igual? ¿Tendrías que acabar rápido alguna tarea, sabiendo que tienes todo el tiempo del mundo para finalizarla? Trata de imaginar esta vida monacal en tu día a día para realizar con calma tus tareas.

El monasterio es el lugar en el que te encuentras ahora y los rituales son cada uno de tus actos.

Podrías pensar «es que las condiciones de mi vida no me permiten llevar a cabo estos consejos», pero siento decirte que esta excusa solo representa tu miedo a una vida diferente. Esa es la «película» que has decidido creerte. En tus manos está mirar hacia la paz en lugar de mirar hacia objetivos que solo tú has decidido aceptar. En tus manos está permanecer presente en el camino en lugar de enfocarte solo en la meta. En tus manos está adaptar tus hábitos para que expresen paz y tranquilidad.

Si eliges la oscuridad, no pretendas encontrar en ella la luz, porque acabarás frustrado. Elige siempre la luz, elige la paz en cada una de tus decisiones.